Cómo no recordarla.
Cierro los ojos y la veo paradita siempre a la entrada y la salida de los chicos, con lluvia, frío, hasta con fiebre, siempre iba a estar.
Ana Carolina la tuvo en jardín, y es el día de hoy que siempre por algún tema sale el nombre de ella, por algo se la tiene siempre presente.
Sobre la calle Baigorria había un Jardín y tanto en inverno como en verano, ella se dedicaba a tenerlo siempre arreglado, pala en mano y cada dos por tres la teníamos picando la tierra para que estuviera bien removida, ella decía que así las plantas se mantenían siempre bien, y cuidadito que alguien se lo tocara.
Estuve muy ligado a ella, con el tema de los colchones y camas, todos los colchones y camas que me daban los clientes tenían siempre un destino especial. Ella me decía: “Ud. Carlos no se preocupe si están manchados que yo con telas que Ud. me da, yo los arreglo y los doy a familias”.
Como me enseñó a valorar lo que uno tiene, siempre tenía la respuesta perfecta.
En una época muy difícil en la que había muchas mujeres con hijos que pedían para comer, ella todos los mediodías por la calle Baigorria les daba unos vasos tipo los de bebidas sin alcohol medianos, donde les preparaba algún guisito o sopa con un pancito para que ellos pudieran tener su pancita caliente. Palabras textuales de ella.
Siempre estaba al servicio de los pobres y uno trataba de copiar alguno de los tantos ejemplos que ella tenía.
Hoy todos debemos copiar algún ejemplo de ella y volcarlo a la sociedad, ese es el mejor regalo que le podemos hacer.
Narcisa siempre te tengo en mi memoria y te guardo en mi corazón.
Carlos Alberto Cavanna.
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