Viví con la querida hna. Narcisa, muchos años. ¡Cuánto habría para decir! Me limito a estos comentarios:
Hace años, me impactó mucho unas reflexiones del gran teólogo Rahner S.J., que aproximadamente decía, que lo que más lo unía a la Compañía de Jesús, más allá de todos los logros alcanzados en tantos años y lugares, admiraba esas presencias sencillas, verdaderos operarios “sin salario ni horario”, que por amor al Señor entregaban su vida.
Sí, la hna. Narcisa era una de ellos. Su gran amor al Señor que inspiró su vocación misionera dejando su patria muy joven, la llevó a entregarse con predilección a los niños y a los pobres. ¿Quién se acercó a ella, sin una respuesta a su necesidad? ¿Qué niños y aún adolescentes no sintieron que los “quería” de verdad?
En la Comunidad de Villa del Parque, eran muy frecuentes los pedidos de chicos del secundario (el único acceso seguro que tenían era la puerta interna de la cocina): infaliblemente pedían por la hna. Narcisa: hilo y botón para coser, o las cosas más insólitas y lo más frecuente: la pelota..., la que se había caído quizás dónde, o la que le habían sustraído... Sabían que la respuesta era segura.
Una breve anécdota: Un dentista muy conocido y prestigioso de la zona, me contó que un día su hijita (que había sido alumna de la hna. Narcisa), le dijo uno de los días que la recibió en la puerta del colegio: “Decile a tu papá, que te mire los dientitos de adelante, porque se están sobreponiendo un poco”
Es de imaginar la gracia que le causó al Doctor, al ver que realmente era así...; él no lo había advertido, pero la hna. Narcisa, sí...
Hna. Teresa Cante
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