Querida Hermana Narcisa:
Hoy tengo que escribir algo sobre vos, sobre lo que aprendí de vos, sobre el testimonio que fue tu hermosa y fecunda vida …y no sé por dónde comenzar, ya que los recuerdos se agolpan y perfuman de ternura mi mente y mi corazón.
Me recibiste en el jardín de infantes, me tomaste con tu mano firme, áspera de trabajo incansable, y me llevaste directo a lo importante… a conocer el Amor de Dios. Me enseñaste que tenemos un Ángel que nos Custodia, y aprendí de memoria la oración. Y si nos portábamos bien, el mejor regalo! , la medallita de la Virgen Niña !!.
Amaste la Naturaleza , y cuidaste de ella amorosamente. Era común verte con tu delantal de trabajo y macetitas atravesando el patio, podando o arreglando las plantas de todo el colegio… Ya maestra yo de primer grado, una primavera fuimos con los nenes a un vivero y trajimos plantitas para los canteros de los árboles del patio. Fuiste una supervisora exigente de ese trabajo!! Aún hay un arbusto, que se quedó allí, a los pies del pino que da al aula de primero… cada tanto, mientras cuido los recreos, lo observo y me trae te presencia.
Amaste a los niños…y ellos lo sabían, y ellos también te amaron…bastaba estar en un acto el Día el Maestro… Al finalizar el mismo se escuchaba tu nombre al unísono, todo el colegio, aplaudiendo, pidiendo que pases al frente, cosa que NUNCA aceptabas hacer, hasta parecía que te enojaba!! No querías ese reconocimiento…al fin te acercabas, solo un poquito para no defraudar…
Amaste a los débiles, a los desamparados, a los extraviados…recibías a tus pobres, les dabas un plato de alimento…y tu tiempo, y tu consejo firme, y los exhortabas , y así ellos sabían que los amabas
Y todo este servicio lo sostenía la oración constante…y lo sé porque te veía en el rato que separaba la salida del turno de la mañana y la entrada del turno tarde. Te sentabas en un rincón y rezabas el Santo Rosario. A veces me acercaba a saludarte y me mostrabas las cuentas entre tus manos y con un sonrisa me decías.. “y, no hay que perder tiempo”…
Nunca perdiste el tiempo, siempre estuviste pronta para amar…Eso hizo de tu partida un testimonio de lo sembrado…
…y las lágrimas de todos los que te conocimos se abrazaron al festejo que en el Cielo te daba la bienvenida…
Marina Cilione
7 de abril de 2011